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  • Foto del escritorParroquia María Inmaculada

Vivamos el Adviento con María

En el Cuarto Domingo de Adviento, a los pocos días de Noche Buena, la Iglesia nos invita a considerar la fe de María.

Hay dos palabras, en el Evangelio de este domingo, que son como joyas preciadas: ambas son pronunciadas por el Ángel Gabriel. La primera es "Alégrate, María", y la segunda es: "No temas".

"Alégrate", porque el Señor quiere vivir en ti, dentro de tu seno... ¡Quiere ser tu hijo! Y tu serás Madre de Dios. ¡Qué privilegio tan grande por una mujer! El Creador quiere volverse creatura en ti, anulando la distancia abismal que nos separaba del cielo.

Todo hombre consciente busca a Dios; pero Dios, en su misericordia, no sólo se deja encontrar, sino que Él mismo va en búsqueda del hombre, haciéndose carne en María. "Alégrate, María", eres la protagonista del Acontecimiento que cambia la historia; por medio de ti la Salvación entra en el mundo.


¿Cómo no podía experimentar confusión la Virgen, ante este anuncio? El plan de Dios supera infinitamente la lógica humana; además, el Altísimo le estaba encomendando a María una misión delicadísima y bien pesada... Ella había hecho voto de castidad, para consagrarse totalmente a Él, ¿acaso Dios no iba a aceptar su ofrecimiento?


Explica el Papa Benedicto: Esta palabra, "No temas", seguramente penetró a fondo en el corazón de María. Nosotros podemos imaginar que en diversas situaciones la Virgen recordaría esta palabra, la volvería a escuchar. En el momento en que Simeón le dice: "Este hijo tuyo será un signo de contradicción y una espada te traspasará el corazón", en ese momento en que podía invadirla el temor, María recuerda la palabra del ángel, vuelve a escuchar su eco en su interior: "No temas, Dios te lleva".


Luego, cuando durante la vida pública se desencadenan las contradicciones en torno a Jesús, y muchos dicen: "Está loco", ella vuelve a escuchar: "No temas" y sigue adelante. Por último, en el encuentro camino del Calvario, y luego al pie de la cruz, cuando parece que todo ha acabado, ella escucha una vez más la palabra del ángel: "No temas". Y así, con entereza, está al lado de su Hijo moribundo y, sostenida por la fe, va hacia la Resurrección, hacia Pentecostés, hacia la fundación de la nueva familia de la Iglesia.


"No temas". María nos dice esta palabra también a nosotros. Ya he destacado que nuestro mundo actual es un mundo de miedos: miedo a la miseria y a la pobreza, miedo a las enfermedades y a los sufrimientos, miedo a la soledad y a la muerte. En nuestro mundo tenemos un sistema de seguros muy desarrollado: está bien que existan. Pero sabemos que en el momento del sufrimiento profundo, en el momento de la última soledad, de la muerte, ningún seguro podrá protegernos. El único seguro válido en esos momentos es el que nos viene del Señor, que nos dice también a nosotros: "No temas, yo estoy siempre contigo". Podemos caer, pero al final caemos en las manos de Dios, y las manos de Dios son buenas manos.


María hizo suyas esas palabras y se volvió anunciadora de paz y alegría. Experimentó en su vida la libertad del confiar en Dios, y la potencia de su misericordia. Con tanta fe y confianza nos exhorta también a nosotros, hoy: "¡No teman!". La Virgen dijo las mismas palabras a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, cuando el santo vidente estaba preocupado por la enfermedad de su tía Juan Bernardino: "Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió, que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad y ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría?".


Ayudémonos a custodiar estas palabras en nuestra vida, con momentos de silencio ante una imagen de la Virgen y del Niño Jesús. No temamos las pruebas que estamos viviendo, ¡vivámoslo todo con fe!

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