Todos en México conocen la historia del José Sánchez del Río, mártir de la Cristiada, joven testigo de Cristo en cuya vida resplandece la gracia de Dios. Pero no muchos saben que también Italia tuvo su "Joselito" en el siglo pasado. Esto sucedió durante una grave persecución religiosa, de matriz comunista, que dio muchos mártires a la Iglesia en Italia (sobre todo entre los seminaristas, los sacerdotes y los religiosos) al terminar la Segunda Guerra Mundial, en una zona del Norte de Italia que más tarde fue conocida como el triángulo de la muerte.
Durante dicha persecución, un joven seminarista dio su testimonio supremo a Cristo por medio del martirio. Rolando Rivi, nacido en San Valentino en 1931, tenía 14 años cuando sus sicarios, en odio a la fe, lo secuestraron, torturaron y asesinaron. ¿Su culpa? No haber renegado su fe en Cristo.
Monseñor Camisasca, comentando la vida de Rolando, dijo: «No hizo grandes razonamientos. Simplemente, estuvo atento a las personas y a los hechos centrales de su vida. De ese modo, mirando a su párroco, don Olinto Marzocchini, entendió que quería volverse sacerdote, para ser como él. Mirando a sus amigos y a la gente que tenía a su alrededor entendió que la sotana, que se ponía desde que había entrado al seminario, era un signo que ponía en evidencia su pertenencia a Jesús. Por lo tanto, la amaba. “Yo soy de Jesús", y quiero que todos lo sepan. Sin muchas palabras. Con la alegría de mi vida. Con la fidelidad que el Señor me permitió vivir».
Su persona fue olvidada durante medio siglo, la historia no le hacía justicia, y así él empezó a hacer milagros desde el cielo, a finales del milenio. Se abrieron los archivos, entrevistaron los testigos oculares, estudiaron los hechos... Y el 5 de octubre de 2013 el Papa Francisco lo ha proclamado Beato. Desde entonces, Rolando Rivi sigue intercediendo desde el Paraíso en la vida de las personas que se encomiendan a Él por medio de la oración. Hay una plegaria, en particular, que se puede rezar para pedirle una gracia:
Oh Dios, Padre misericordioso,
que eliges a los pequeños para confundir a los poderosos del mundo,
te doy gracias por habernos donado en el seminarista Rolando Rivi
un testimonio de amor total a Tu Hijo Jesús y a su Iglesia,
hasta el sacrificio de su vida.
Iluminado por su ejemplo
y por la intercesión de Rolando,
te pido que me des la fuerza
para ser siempre un signo vivo de Tu amor en el mundo
y te suplico me concedas la gracia … que ardientemente deseo. Amen.
¡Pidamos la intercesión de Rolando Rivi en este tiempo de pandemia y siempre!